martes, 13 de enero de 2015

Yo renuncio y acepto el regalo.

Yo renuncio a mis privilegios de hombre aprehendidos del patriarcado para con mi relación con otros.

Renuncio a la idea de que puedo ser más o menos que alguien.

Renuncio también al miedo de pensar que puedo ser inferior pues no hay en realidad nadie superior ni inferior.

Renuncio a pensar en enseñarle algo a alguien para su beneficio, pues yo no soy nadie para nadie más que para mi mismo y para la totalidad de mi mismo. Pues no puedo saber lo que es mejor para mi hermano si no se lo que está tratando de hacer y si pienso que puedo mejorar su felicidad (obviando situaciones en las que se te pide auxilio,ayuda o consejo) es que o bien no entiendo lo que está tratando de hacer mi hermano o bien que lo que en realidad estoy tratando de hacer es mejorar mi felicidad tratando de cambiar a otros y eso renuncio a vivirlo.

Renuncio a la creencia de mi posesión y superioridad con respecto a otros y de todos.

Renuncio también a todas aquellas creencias que me limitan.

Renuncio de pensar que "una mujer es mi propiedad y por ello debo controlarla y restringirla para evitar que exprese su sexualidad si lo desea."

Renuncio a los celos, consecuencia de la visión posesiva sobre la mujer

Renuncio a todo pensamiento que me pueda llevar a pensar que debo de controlar lo que hacen dicen o piensan mis hermanas y hermanos.

Renuncio a pensar que mis ideas pueden ayudar a nadie más que a mi mismo.

Renuncio a pensar que debo de salvar al mundo pues primero debo salvarme a mi mismo y el resto viene como consecuencia.

Renuncio a la idea del perdón, a pensar que debo de perdonar a nadie de nada pues el único que necesita ser perdonado por mi mismo es aquella fracción de mi mismo que decidió juzgar algo como malo o indigno en vez de aceptarlo, pues sólo aceptando algo se puede elegir en libertad, sino no se ve. No es perdón sino aceptación lo que elijo.

Renuncio a pensar que nadie me debe un perdón a mi pues se que todo está perdonado en el amor y respeto de lo que es.

Renuncio a pensar que pueda ayudar ni enseñar a nadie si no es a través del ejemplo.

Acepto que puedo enseñar a alguien como consecuencia de lo que yo soy, no como finalidad que es precisamente ser quien soy.

Acepto que soy libre para expresar lo que yo soy en total libertad por la mera alegría de ser.

Acepto que soy libre de plasmar en pensamientos palabras y acciones lo que yo soy sin miedo, pues eso es lo que me hace libre.

Ya no me angustia que las personas sean libres en cualquier aspecto de su propio ser, pensar, decir o hacer. Siempre lo han sido y siempre lo serán pase lo que pase. Lo acepto con la alegría del que ama.

Acepto la mejor idea de las cosas de cada persona sobre la faz de la tierra y por ello de la voluntad de todos los seres sobre si mismos, la voluntad sobre su propia vida, sus relaciones, la voluntad sobre la propia sexualidad, sobre su día a día, su camino profesional, sobre su carácter, sus sentimientos, ideas, palabras, y acciones sean cuales sean.

Acepto la libertad de cualquier ser y de cualquier persona, para fijar su propia libertad sobre si mismos en el punto que deseen ya que es precisamente lo que estoy haciendo yo ahora.

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